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La leyenda del Lobo

Y cómo dio origen al arte del salazón

Cuentan los antiguos del sur de Chile que, entre los bosques lluviosos y los ríos que bajan fríos de la cordillera,
vivía un hombre solitario conocido como Lobo. No era su nombre verdadero, pero así le decían, porque era
salvaje como el viento y silencioso como la noche. Decían que conocía los secretos del humo, la sal y el tiempo.
Que hablaba poco, pero sus carnes curadas hablaban por él.

Lobo no criaba animales: los elegía. Observaba. Esperaba. Respetaba el ciclo. Cuando sacrificaba, lo hacía con
gratitud. Conocía cada corte, cada fibra, cada forma de conservar el alma del animal en cada pedazo de carne.
Fue entonces cuando nació una idea: crear una charcutería distinta, que uniera la sabiduría antigua con una
nueva materia prima. Algo más que un producto: una experiencia.

Pero Lobo no dejó recetas. Solo enseñó con sus manos. Quienes trabajaron junto a él tomaron su legado, sus
silencios y su fuego lento… y lo convirtieron en lo que hoy es La Lobería.

Un legado que se transforma en arte

La Lobería nace en 2015, pero su verdadera esencia viene de mucho antes. De la sabiduría silenciosa del Lobo.
De ese respeto profundo por el proceso, por la materia prima y por el tiempo como ingrediente central.

Tras más de diez años de oficio artesanal, decidimos crear una marca que honrara esa tradición y la llevara al presente.

Nuestra especialidad es la charcutería fina, elaborada con carnes seleccionadas y nuestro arte es unir lo
ancestral con lo contemporáneo: curamos, secamos y embutimos con tiempo, paciencia y pasión.

No apuramos el proceso. No disfrazamos los sabores. Solo dejamos que el tiempo haga su trabajo y que
cada producto hable por sí mismo.

El resultado son productos finos, intensos y memorables, ideales para aperitivos, ensaladas o
simplemente para comer con las manos y cerrar los ojos.

Hoy abastecemos a más de 150 clientes a lo largo de Chile — desde hoteles cinco estrellas y tiendas
gourmet, hasta restaurantes de autor y empresas que valoran lo bien hecho.

Pero como el Lobo, no nos quedamos quietos. Nuestro siguiente paso es llevar este arte a otros rincones del mundo.
Con humildad, con orgullo, y con el sabor del sur a cuestas.


¿Quién fue el Lobo?

Tal vez un hombre. Tal vez un mito. Pero sin duda, el alma de La Lobería.

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